Según Sinesio López (1997:127), el Estado
oligárquico fue la forma política e institucional más o menos centralizada que
asumió el Estado en los países periféricos, en la fase capitalista de
exportación de materias primas y alimentos, cuando ésta estuvo en manos de las
elites señoriales. El Estado oligárquico suponía, pues, la existencia de una
elite que lograra reinsertar la economía de los países periféricos en el
mercado internacional y centralizar relativamente el poder, manteniendo las
mediaciones del gamonalismo y superando parcialmente tanto el aislamiento
internacional como la feudalización política del país. La peculiaridad del caso
peruano consistió en que el Estado oligárquico
organizó y combinó la dominación racial, étnica y social de las elites
criollas, señoriales y terratenientes sobre una sociedad multicultural cuya
mayor parte de la población fue sometida a la explotación social,
principalmente por medio de las relaciones
de servidumbre, y a la discriminación étnica. Según este mismo autor
(López 1997:127-129) las características del Estado oligárquico de la
República Aristocrática fueron:
1. La coalición dominante, que organizaba y
dirigía el poder del Estado, estaba constituida por la oligarquía criolla y el
gamonalismo, generalmente mestizo, en estrecha alianza con el capital
extranjero.
2. La forma de dominación era el
patrimonialismo.
3. El Estado oligárquico era un gobierno
indirecto y mediado, pues mantenía los poderes locales del gamonalismo, que
seguían privatizando el poder público y que mantenían una relación de favores y
de lealtades con la población bajo su dominio.
4. Las instituciones estatales a través de las
cuales la coalición dominante ejercía su dominación eran pocas, muy frágiles y
principalmente coercitivas (Ejército y policía).
5. La dominación oligárquica se basaba en la
exclusión de las clases populares, especialmente de las campesinas, tanto
cholas como indígenas, del conjunto de sus derechos, con tendencia a la
exclusión total: social, de género, regional, racial y étnica.
6. El Estado oligárquico no construyó una
comunidad política, pues la mayoría de la población estaba excluida y las
elites no mostraron interés alguno en recoger sus demandas de inclusión y en
procesarlas transformándolas en derechos
7. La legitimidad de la oligarquía era frágil y
se apoyaba principalmente en la apelación implícita o explícita a algunos
criterios tradicionales como la pertenencia a una etnia determinada y la
experiencia de gobierno, en la
concepción paternalista del orden, que era necesario imponer autoritariamente
desde arriba, y en un cierto impulso del progreso.
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